CORPUS DE LECTURA
BENVENISTE, Èmile, Problemas de lingüística general: "Homo locuax"
"En realidad, la comparación del lenguaje con un instrumento (de comunicación) –y con un instrumento material- debe hacernos desconfiar mucho, como cualquier noción simplista acerca del lenguaje. Hablar de "instrumento" es oponer hombre y naturaleza. El pico, la flecha, la rueda no están en la naturaleza : son fabricaciones. El lenguaje, en cambio, está en la naturaleza del hombre, que no lo ha fabricado. (...) Nunca llegamos al hombre separado del lenguaje, y jamás lo vemos inventarlo. Nunca alcanzamos al hombre reducido a sí mismo, ingeniándoselas para concebir la existencia de otro. Es un hombre hablante el que encontramos en el mundo, un hombre que habla a otro. (...)
Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto: porque el lenguaje funda en realidad, en su realidad (...) el concepto de 'yo'. "
BARTHES, Roland, "Los límites de una estructura" en Lección inaugural
"El lenguaje es una legislación; la lengua, su código. No vemos el poder que hay en la lengua porque olvidamos que toda lengua es una clasificación, y que toda clasificación es opresiva (...) un idioma se define no tanto por lo que permite decir como por lo que obliga a decir. En nuestra lengua francesa (y se trata solo de ejemplos groseros) estoy obligado a ponerme como sujeto antes de enunciar la acción, que no será sino mi predicado: lo que hago no es más que la consecuencia de lo que soy; de la misma manera, estoy siempre obligado a elegir entre el femenino y el masculino, y me son prohibidos lo neutro o lo complejo; igualmente estoy obligado a marcar mi relación con el otro mediante el recurso al "tú" o al "usted": se me niega la suspensión afectiva o social. Así, por su estructura misma, la lengua implica una fatal relación de alienación. Hablar no es, como se repite a menudo, comunicar; sino sujetar: toda la lengua es una acción rectora generalizada."
BARTHES, Rolad, "Los límites de una estructura" en Lección inaugural
(...) "solo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas al lenguaje. A esta trampa, a ese magnífico engaño que permite escuchar la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte, yo la llamo literatura"
ACTIVIDADES SOBRE EL CORPUS DE LECTURA
1. Complete el cuadro comparativo publicado en el Módulo. pág. Nº 27, en el que comunique el resultado de su lectura: VER MÓDULO.
ACTIVIDADES SOBRE EL CORPUS DE LECTURA
LECTURA COMPLEMENTARIAS
AGUINIS, Marcos, "VII. El nuevo lenguaje" en El atroz encanto de ser argentinos, Bs. As., Grupo Editorial Planeta, 2001, págs. 178-193.
Ya no hablamos como antes, y eso puede ser bue¬no y malo. Hemos cambiado. Ni siquiera hay que saltar de generación, porque en el transcurso de po¬cos anos se producen novedades importantes. El di¬namismo de todo lenguaje desconcierta por su rápi¬da e incesante evolución. Cuando se suman anos y se dispone de buena memoria, resulta a la vez diverti¬do y amenazante: palabras y expresiones se vuelven presencias cotidianas, mientras las que antes predo¬minaron se deslizan al ridículo o quedan olvidadas. El lenguaje mantiene una perpetua relación dialéc¬tica con la sociedad; sus caminos se cruzan e influ¬yen de tal forma que resulta imposible determinar los instantes del viraje. "Así como habla la gente, así es la gente", sentenció Borges.
(...)
Una serie anónima de expresiones contrastadas sobre la forma como se hablaba antes y ahora se ha expandido por el país mediante el correo electróni¬co. Son hallazgos que algunos argentinos han selec¬cionado y muchos sufrimos. Nuestro lenguaje, ade¬más de las palabras inglesas, incorporó expresiones que revelan un cambio de mentalidad. Son aguafuer¬tes en miniatura de como sentimos y nos comporta¬mos ahora. La conveniencia de incluirlos en este li¬bro me recuerda la justificación que obsequió Borges a Leopoldo Lugones por haberse privado este último de su estilo deslumbrante en algunos poemas gau¬chescos; "esto prueba su sensibilidad y nos permite suponer que ocasionales fealdades eran audacias que respondían a la ambición de medirse con todas las palabras".
A continuación reproduzco el deslenguado rosario:
Nuestras peripecias históricas fueron desarrollan¬do un lenguaje argentino matizado. No hace falta re¬saltar lo obvio: el origen latino y español (el español a su vez influido por muchas lenguas). Pero sf recor¬dar que fue generosamente enriquecido por palabras, usos y costumbres de las áreas rurales primero, y lue¬go de las corrientes inmigratorias. Hubo una época en que se alternaba el culto hispanismo de un Emi¬lio Castelar con salidas propias del Martín Fierro. Pe¬ro, a la vez, se incorporaban cientos de italianismos. El lunfardo se expandió intrépido y hasta el cocoli¬che llego -rengueando, pero llego- al escenario de sainetes, dramas y comedias. Se tornaron comunes vocablos del idish, árabe, alemán y gallego, además de sus respectivas entonaciones.
Los sectores cultivados sabían francés y, como ocurría en Europa desde el Atlántico a los Urales, mechaban cualquier frase con un galicismo bien pro¬nunciado, ya que disparaba un toque de distinción. Algunos profesores de la secundaria o la universidad solían emperifollarse con latinajos, como una forma de no olvidar el remoto origen y, sobre todo, pavo¬near su erudición. No obstante, pese a las intensas relaciones comerciales y políticas con Gran Bretaña y pese a la admiración que se tenía por el sistema educativo norteamericano, el idioma ingles no pene¬tro con fuerza. En ese sentido nos diferenciábamos de los demás países del continente, donde la presen¬cia norteamericana era mayor. En Chile, por ejem¬plo, hasta se adoptó la palabra cabrón para referirse a un individuo joven, haciendo una incongruente tra¬ducción de kid.
(…)
A las insignias solíamos denominarlas distintivo, emblema, enseña, divisa, marca o lema, según la exac¬titud que demandase una especifica situación. Pero ese palabrerío fue reemplazado por el breve y con¬tundente pin.
(…)
Los hombres han cambiado los calzoncillos obs¬cenos por los deslumbrantes slips. Después de afei¬tarse ya no se usa colonia ni tónicos, sino un delica¬do after shave.
(…)
Finalmente, para pedir disculpas por no haber si¬do más completo e ilustrativo, me excuso de pedir perdón y digo, muy suelto de cuerpo, ;sorry!
Una serie anónima de expresiones contrastadas sobre la forma como se hablaba antes y ahora se ha expandido por el país mediante el correo electróni¬co. Son hallazgos que algunos argentinos han selec¬cionado y muchos sufrimos. Nuestro lenguaje, ade¬más de las palabras inglesas, incorporo expresiones que revelan un cambio de mentalidad. Son aguafuer¬tes en miniatura de como sentimos y nos comporta¬mos ahora. La conveniencia de incluirlos en este li¬bro me recuerda la justificación que obsequio Borges a Leopoldo Lugones por haberse privado este ultimo de su estilo deslumbrante en algunos poemas gau¬chescos; "esto prueba su sensibilidad y nos permite suponer que ocasionales fealdades eran audacias que respondían a la ambición de medirse con todas las palabras".
Por ejemplo trucho. Cualquiera to conoce. La Aca¬demia Argentina de Letras lo ha aceptado y defini¬do como un adjetivo familiar que significa "falso, fraudulento
Se lo ha utilizado como sufijo para dar nacimiento a neologismos de fragorosa elocuencia come, el muy so¬nado diputrucho, quien usurpo una banca en el Congre¬so cuando el oficialismo no tenfa quorum. O los bille¬tes que imprimía la Casa de la Moneda con la imagen del entonces presidente de la Nación, conocidos hasta mas alla de nuestras fronteras como menemtruchos
Este vocablo refleja el imperio de la ilegitimidad y el fraude. Pone en evidencia la abundancia de ob¬jetos adulterados o carentes de la mínima calidad: re¬lojes, cámaras, productos de marca, taxis sin licencia y hasta medicamentos. Se descubrieron abogados, médicos y un fiscal que no habían obtenido el títu¬lo universitario. Todo eso no tiene mejor palabra de develamiento y acusación que trucho.
(…)
Su origen tiene matices diferentes, pero se orien¬ta hacia la categórica acepción argentina. Podría ve¬nir de una expresión española marinera que indica "quitar los estorbos de una cosa, liberar, desemba¬razar". Tambien "escaparse o esconderse para evitar un encuentro o un riesgo". "Excusarse de hacer una cosa.
(…)
Antes los argentinos rugíamos i pelotudo! para de¬nigrar a una persona torpe, lenta o estúpida. Es una palabra casi inexistente en otros países. Pero en los últimos anos se impuso boludo con una ubicuidad sin paralelo. Lo caracteriza una polisemia infinita, por¬que sirve para todo, sea bueno o malo, para el salu¬do, para calificar, identificar, elogiar, denostar, excla¬mar, suspirar. Hay quienes to usan cada dos o tres palabras; rellena cualquier hueco y reemplaza cual¬quier olvido. Tamborilea como muletilla, pero -;va¬ya milagro!- consigue que la gente se entienda.
No le va a la zaga el termino forro. Aquí el signi¬ficado es preciso, sin medias tintas. Alude a quien es usado y desechado sin la menor consideración. La hu¬manidad, pese a sus avances, todavía no ha logrado evitar que los seres humanos seamos números que, en gran medida, se descartan; esa desgracia la veni¬mos padeciendo en la Argentina desde hace tiempo. En los más diversos campos de la vida ronda amena¬zadora la posibilidad de que uno sea aprovechado sin real afecto y luego pateado con indiferencia brutal.
Percibimos que hay forros en torno de nosotros y mantenemos abiertos los ojos para no caer en la vo¬lada. Muchos consejos suelen terminar con sonoro acorde: i No seas forro!
(…)
El nuevo y actual lenguaje, del que hicimos una rápida descripción, nos expresa y devela. Lo practi¬camos y gozamos con mezcla de comodidad y encar¬nizamiento. Contribuye a identificarnos y lograr -de nuevo, siempre- que sea tan atroz y encantador ser argentinos
SAPIR, Edward, El estado de la lingüística como ciencia, 1929.
(...)
Se ha reconocido el valor de la lingüística para la antropología y la historia de la cultura. Como se dio en primer lugar la investigación lingüística, el lenguaje ha demostrado su utilidad instrumental en las ciencias humanas y él mismo ha exigido y obtenido de estas ciencias gran cantidad de luz. Para un lingüista moderno es tarea difícil ceñirse al objeto tradicional de la lingüística. A no ser que carezca en cierto modo de imaginación, no tiene más remedio que tomar parte en alguno o en todos los intereses mutuos que vinculan a la lingüística con la antropología y la historia de la cultura, con la sociología, con la psicología, con la filosofía y más remotamente con la física y la fisiología.
(...)
El lenguaje es una guía para la realidad social. Aunque normalmente no se considere de interés esencial para los estudiantes de la ciencia social, condiciona poderosamente todo nuestro pensamiento sobre los problemas y los procesos sociales. Los seres humanos no viven solos en el mundo objetivo, ni solos en el mundo de la actividad social, como normalmente se entiende, sino que están bajo el poder total de la lengua particular que se ha constituido como medio de expresión de esa sociedad. Es bastante ilusorio imaginar que uno se adapta a la realidad sin el uso del lenguaje y que el lenguaje es simplemente un medio accidental de resolver problemas específicos de comunicación o reflexión. La clave del asunto radica en que el mundo real está construido en gran parte e inconscientemente sobre los hábitos lingüísticos del grupo.
(...)
Es muy alentador que el psicólogo se haya ocupado cada vez más de los datos lingüísticos. Hasta ahora es dudoso si ha sido capaz de contribuir en gran medida al entendimiento del comportamiento lingüístico, superando lo que el lingüista ha podido formular apoyándose en sus datos. Pero crece rápida y justificadamente la opinión de que las explicaciones psicológicas de los lingüistas precisan reafirmarse en términos más generales, de manera que los hechos lingüísticos puedan considerarse formas especializadas del comportamiento simbólico. Los psicólogos se han ocupado, quizás con miras estrechas, de la simple base psicofísica de la lengua y no han penetrado con profundidad en el estudio de su naturaleza simbólica.
1. Realice un informe de lectura (ver trastienda) con el texto de Aguinis:
2. Realice una reseña académica (ver trastienda) con el texto de Sapir: